[Fic] Merry X'mas

Éste es un fanfic en que la historia trata sobre tí, con tu JUMP favorito, pero para hacerlo primero tienes que seguir las siguientes instrucciones: AQUÍ

Título: Merry X’mas (seh que original XD)
Autor: Inuyka
Genero: Tú con ¿?
Capítulos: One-shot
Comentarios: El fanfic con temática Halloween fui la última en publicarlo, seguro, así que el de Navidad quiero ser de las primeras!!


[1] --> Tu nombre
[2] --> Nombre del JUMP que te gusta
[3] --> Mejor amigo del chico que te gusta
[4] --> Nombre de otro amigo (no tan amigo) del chico que te gusta.


- Toma [1], ¡feliz Navidad! – dijo [2] extendiendo sus brazos con un paquete muy bien envuelto.
- Eh… gracias – dije yo medio decepcionada, no es esperara que se declarara en navidad pero… sí, para que engañarnos, eso era lo único en lo que pensaba desde hacía días.
Abrí con cuidado el regalo que me había hecho [2], encontrándome con un libro de cocina.
- ¿Te gusta? – preguntó emocionado.
- ¡Mucho gracias! – dije yo como pude intentando sonar lo más emocionada posible.
- ¡Es el libro que querías y como estaba agotado lo compré por Internet! – explicó orgulloso de sí mismo.
- Vaya… así que a eso te referías con “es un regalo que no se puede comprar, al menos aquí” – entrando sin querer en el mundo de los recuerdos.

Flash back.

- ¡[1]!
- ¡Hola!
- ¿Sabes que? ¿Sabes que?
- Dime – dije yo divertida al ver su entusiasmo.
- ¡Ya tengo tu regalo de navidad!
- ¿Eh? ¿Pero no habíamos quedado en que no nos regalaríamos nada?
- Sí, pero cambié de opinión.
- Anda que avisas – dije yo con una mueca, ahora solo tenía dos días para pensar en un buen regalo e ir a comprarlo.
- Tranquila, no hace falta que me compres nada. Yo lo hago por que quiero.
- No voy a dejar que me regales algo y yo no regalarte nada.
- ¡Que no! Mira, además mi regalo es un regalo que actualmente no se puede comprar, así que… no hace falta que me compres nada.
- Vale… resumiendo ¿Qué quieres para navidad? – dije yo ignorando su comentario.
- Lo que quiero no se puede comprar… así que nada – dijo mirando al suelo mientras seguía andando.

A lo mejor me lo había parecido a mí pero… ¿se había sonrojado? Eso me hizo pensar que a lo mejor, lo que pretendía en Navidad era confesarse, o al menos es lo que yo realmente quería…

Fin flash back


- Toma, tu regalo – dije buscando mi regalo y entregándoselo.
- ¿Al final me has comprado algo? – dijo él imitando un puchero.
- No está comprado – le sonreí.

Mientras él abría cuidadosamente su regalo yo miré al mío de reojo, en verdad no era un mal regalo, hacía tiempo que quería ese libro, pero lo que yo realmente quería para navidad era otra cosa…

- ¿Una bufanda?
- Sí, y no te quejes de cómo está hecha porque es la primera que hago – dije para argumentar las irregularidades de la bufanda. Aunque había estado horas y horas haciendo la dichosa bufanda no acaba de gustarme del todo, creo que ni que me hubiese quedado perfecta sería suficiente buena para regalársela a [2]…
- ¿Pero que dices? ¡Si está muy bien! ¡Además parece muy calentita! – dijo mientras abrazaba la bufanda con una sonrisa.

Mirándolo así parecía tan fácil hacerlo feliz…
Me sentí culpable por no haberme alegrado más ante su regalo, él lo había elegido con la mejor intención y a mí solo se me ocurría decepcionarme…
Sonreí al verlo feliz, contagiándome de su felicidad y decidí olvidarme de mi ilusiones para disfrutar de su compañía, que al fin y al cabo era lo que me importaba.

*** ***


- ¿Y que? ¿Le ha gustado el regalo? – le preguntó [3] al ver a su amigo entrar.
- M… pues no estoy muy seguro, ella ha dicho que sí, pero realmente no la he visto muy emocionada.
- ¿No era un libro que quería desde hace tiempo?
- Sí… o al menos eso me dijo…
- Seguro que lo que quería era otra cosa – dijo [4] como si nada, entrando en la conversación.
- ¿Otra cosa? – preguntó [3] sin acabar de entenderlo.
- Sí… no sé, un beso, ¿algo más?
- ¡[4]! – exclamaron los dos a la vez.
- ¡¿Qué?! Es verdad… a esa chica…
- [1] – le cortó [2]
- Eso, a [1] seguro que le gustas… y tu vas y le regalas un libro por navidad… que insensible… - siguió con su explicación [4].
- No digas tonterías – dijo [2] ignorándolo.
- ¿Y ellas que te ha regalado?
- Esta bufanda – le contestó [2] alegremente sacándola.
- Es bonita – le dijo [3].
- ¿Verdad?
- Bueno, no tanto – intervino [4] – lo que pasa es que estás cegado por el amor y todo te parece bonito.
- En eso estoy de acuerdo – dijo [3] – llevas una semana diciendo lo bien que le queda todo.
- Es que es verdad, le quedaba muy bien el vestido del otro día…
- Y la falda, y el jersey, y la camisa del otro día y…
- ¡Vale, vale! Ya lo he entendido – dijo rindiéndose [2].
- ¿Y porque no te declaras?
- Por que no creo que yo le guste.
- ¡¿Cómo no le vas a gustar [2]?! – Exclamó su amigo.- se nota que os gustáis
- Yo no lo tendría tan claro… - dijo [2] un poco desanimado.
- ¿Por qué no? Eso solo lo sabrás si te declaras.
- Estoy de acuerdo con [4] deberías declararte.
- ¡¿Qué?! Ni loco. Al menos no de momento, hasta que no vea que yo también le gusto a ella, no quiero poner en peligro nuestra amistad…
- [2], mira la otra parte, estamos en navidad, hay pocas cosas más románticas que declararse el 25 de diciembre, ¿no?
- Eso es verdad pero…
- [2], déjame el móvil. – dijo de repente [3].
- ¿Para qué? – preguntó no muy confiado.
- Tú sólo déjamelo.
- Mejor no.
- Por favor, no voy a hacer nada raro – [2] se quedó en silencio – de verdad – dijo añadiendo ojitos de cordero.
- Toma – dijo mientras le ofrecía su teléfono.

[3] lo cogió con una sonrisa y empezó a teclear algo en el teléfono. [2] no sabía lo que hacía su mejor amigo, pero de alguna manera, confiaba ciegamente en él y en lo que hacía, sabía que [3] nunca haría algo que pudiese herirlo.

- Ya está – le dijo mientras le devolvía el teléfono.
- ¿Qué se supone que has hecho? – preguntó curioso [4].
- [2] acaba de quedar con [1] después del ensayo, en Shibuya, a las ocho. Si quieres declararte tienes la oportunidad y si no… simplemente quedarás un rato con ella. – le dijo esto último a [2].
- [3], sabes que en el fondo te quiero, pero ahora mismo te odio bastante. – dijo [2] optando por ir hacia la sala de ensayo mientras su amigo solo le sonreía.

Aunque [2] sabía perfectamente que [3] e [4] tenían toda la razón del mundo, y ése día era una buena oportunidad, siempre y cuando no se echara para atrás, como siempre…

*** ***


Volví a mirar el reloj, ya eran las ocho pasadas y si por algo se caracterizaban los japoneses, y en eso [2] no era una excepción, era en llegar siempre puntuales, de hecho [2] solía llegar bastante antes de sus “citas”, si es que podían llamarse así.

- ¡[1] perdona! – oí gritar a mis espaldas aunque sabía perfectamente de quién provenía la voz.
- ¿Qué te ha pasado? Tú sueles no llegar tarde – le pregunté mientras de reojo fijaba mi mirada en el cuello, concretamente en la bufanda que le había regalado un rato antes
- Yabu me ha entretenido después del ensayo. – dijo con cara de pena - ¿Has esperado mucho?
- No tranquilo – mentí, además, aunque llevaba allí desde las siete, había sido porque yo quería, habíamos quedado a las ocho. – Y [2]… - empecé a decir nerviosa
- Dime – dijo con una sonrisa.
- ¿Cómo es que me has mandado… un mail con kanjis? – genial, era una cobarde y lo sabía. Yo que quería preguntarle en realidad era el porqué me había dicho de quedar de repente, si ya nos habíamos visto unas horas antes. Pero el miedo a que la respuesta fuera algo como “porque somos amigos”, “me olvidé algo” o “necesito tu opinión para una compra de última hora” me aterrorizaba demasiado. – tu sueles escribirme en hiragana para entender mejor el mensaje… - aclaré.
- ¿Te lo he mandado con kanjis? Eso… no me he dado cuenta la verdad – dijo él mientras se rascaba la cabeza. – Pero ¿lo has entendido todo no?
- Si, por suerte estudiar un rato todos los días ayuda.

Él sonrió y con un movimiento de cabeza me indicó que quería ir a algún sitio, así que sin decir nada nos pusimos en marcha.
Me quedé en silencio esperando a que sacara algún tema de conversación, pero [2] seguía andando en silencio. En medio del silencio fue cuando me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde me estaba llevando, además íbamos por unas calles que no había visto nunca, en dirección contraria a la estación principal de Shibuya.

- ¿Dónde vamos? – pregunté sin poder aguantar la curiosidad.
- Mientras ensayaba me he acordado de que hay una cosa que quiero enseñarte y esta tarde se me ha olvidado.
- ¿Y tan importante es que no puede esperar hasta mañana? Es decir, es navidad.
- Bueno, es que es una cosa que solo se puede ver hoy.
- ¿En serio? ¿Qué es?
- Es un secreto. Lo verás cuando lleguemos – otra vez esa perfecta sonrisa.
- Está bien… - le contesté con un puchero, era demasiado curiosa pero creo que por [2] me esperaría…

Andamos unos cinco minutos más hasta que llegamos al puerto.

- ¿El puerto? No querrás ponerte a pescar ¿verdad? – bromeé mientras con las manos hice el gesto de tirar de una caña imaginaria.
- ¿Pescar? ¡No tonta! – Dijo mientras me golpeaba suavemente las manos para que dejara de hacer broma - ¡Tienes las manos heladas! – dijo cuando chocamos las manos - dame.

Y sin que pudiese decir o hacer algo con sus manos envolvió las mías mientras las frotaba suavemente. Yo me sonrojé al instante, pero como estábamos prácticamente a oscuras por suerte no se notaba.

- ¿Cómo puedes tenerlas tan frías? – dijo mientras soplaba un poco para calentarlas más rápido.
- Eh… bu-bueno… - fue lo único que llegué a articular.
- Vale ya está – dijo él orgulloso de su logro. Aunque no soltaba las manos. – Ah las luces – dijo luego para sí mismo mientras empezaba a andar en dirección al puesto de amarre de los barcos mientras tiraba de mi brazo.

En el rato hasta que llegamos a la orilla no soltó en ningún momento mi mano, según lo que dijo durante el camino, para que no se me enfriaran, aunque cualquier razón me hubiese servido perfectamente.
Hasta que no llegamos a la orilla me pasé el rato mirando a nuestras manos, pero cuando [2] se detuvo levante la mirada lentamente y fue cuando encontré una de las vistas más hermosas que había visto jamás.
Todas las pequeñas embarcaciones que estaban amarradas en puerto tenían colocadas luces de navidad por el mástil y por las barandillas de cubierta. Eso combinado con que todas las luces se reflejaban en el agua creando una copia imperfecta, debido al suave oleaje, creaban una gran combinación de luces de colores.

- Es precioso – fue lo único que logré decir.
- Yo lo ví el año pasado, pero cuando pasé al día siguiente las luces ya no estaban.
- Gracias por traerme aquí – le dije a [2] mirándolo directamente a los ojos.
- Gracias por venir conmigo. – susurró él.

Fue en ese momento que me di cuenta de que cada vez la distancia que nos separaba era menor hasta que pude notar, instantes más tarde sus labios acariciando suavemente los míos.

El beso duró unos instantes pero fueron suficientes para saber con certeza que [2] sentía yo mismo que yo llevaba dentro de mí durante tanto tiempo.
Nos separamos lentamente lo suficiente para poder seguir sintiendo su aliento sobre mis labios y nos miramos dulcemente mientras [2] habló.

- Feliz navidad [1].
- Feliz navidad [2].